domingo, 16 de mayo de 2010
Veintidós años y un día.
Siete amigos.
Muchas botellas.
Vómitos de sangre, por mis mini, pseudo ataques al hígado.
Dos gatitas, una enferma...
Veintidós años y un día de condena.
Muchos discos, no los podría contar ahora.
Barba que podría bien, ser envidiada.
Un tattoo de dos partes.
Una profesión que preferiría no tener que usar nunca, aunque siempre tengo la posiblidad en el futuro. Una catástrofe para remediar otra.
Dos palabras, salen de una boca, pronuncian no se si para salir del paso o para rellenar.
Puedo ser legal, puedo ser real, puedo no maquillar mis palabras para que hieran como deben, y así darme cuenta de que no hieren tanto como pensé.
Puedo tomar y escupir leche que tuve miedo que fuera amarga como la mierda y con ese olor básico a leche cortada, como el de un infante el cual han descuidado días.
Puedo tomar mi cadena ahora, y no la usaré como una soga para ahorcarme más, la puedo usar como soga de seguridad para bajar, conseguir lo que quiero y traerlo arriba, y serían más eslavones para llegar más lejos cada vez... el tiempo me muestra que algunas cadenas no se pueden cortar, más sí hacer crecer.
Cada vaso tiene algo de todo, no todos los vasos se vacían, los míos, como si se tratara de honor, los vacio con rabia y con mirada de superioridad al ver que no todos pueden bajarlos así, más al rato ya no me siento tan bien.
Veintidós años me sentí mal porque pasaba esto, ahora ya no. Es un paso, si puedo aprender a usar mis limitaciones, ya no lo serían más, serían métodos útiles para llegar a escalar montañas, clavar cuchillos en los ojos o golpearme la cabeza para cambiar el curso del pensamiento si ya no puede aprender nuevos trucos.
Los ojos rojos, la sangre seca y heridas sin limpiar, no más gusanos, no más desangramiento. La misma sangre al fin se solidificó y no permite que salga más. Con hambre, pero ese hambre absoluta que ya no te deja sentir más hambre, incluso, que te da energía para seguir. Cuando la mente se apaga y el corazón manda.
El dragón ya no tiene significado, el corazón por repetición de verlo a diario empezó a entender su verdadero significado. Funcionó.
Como dije antes, tu cuerpo es una elemento más para hacerte feliz, y si debes destrozarlo para lograr cosas que te hacen feliz, debes seguir adelante. Hay un punto en que las heridas son tan profundas que no sangran.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Aveces no es necesario ver una herida sangrar para saber que está sangrando por muy interna que sea, lo importante es que aveces uno no sabe el porqué de ese sangramiento.
Publicar un comentario