viernes, 29 de enero de 2010
Sol, piel, viento, papel, aire, tiempo/espacio.
Y estoy lejos, y parece que no me importa.
En letras, cobra sentido y un cariño escrito en papel o redes invisibles, dependiendo que tan cerca del fin estemos.
Muchos los llamaron Inti, Nanahuatsil... nuestra gente le llama sol, y está lejos de cualquier mano o ser terrestre.
Las alas se queman cuando piensan siquiera en acercarse más de lo que el orgullo como la bola de fuego, primo del infierno y cargador natural de nuestra galaxia, permite.
En vano, se trató de luchar contra el, y en tiempos inmemoriales el hombre se rindió y aceptó la supremacía solar.
Marca nuestras vidas, almas, días y noches son su presencia y ausencia.
Empieza nuestros mejores días, asi como los no tan buenos y los peores que aquellos.
Fue un gran golpe al orden del universo establecido por leyes visibles ante nuestros ojos e incomprensibles a nuestra imaginación, el saber que el gran astro, tenía fecha de muerte.
Y no como su fecha no ,una muerte ordinaria, una muerte que acarrearía miles, millones y quizás todas, las muertes del universo al menos conocido por nosotros que no regimos el mundo.
Aún asi, ese día no llega, y nosotros los hombres vivientes, aún podemos ver el sol, flameante, enorme y rigente de nuestras metas que, por oscura que sea la mente de alguien, siempre tratan de tomar el sol con las manos y subirnos sobre él, para demostrar que siempre hemos querido ser lo máximo, lo superior en todo aspecto, tanto en nuestras propias vidas como en las del resto, que podamos o queramos regir.
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