jueves, 21 de enero de 2010
LLuvia y mar.
Tenía ganas de... no sé.
Salí y compré una cajetilla de cigarrillos, el pendiente de la tienda me miraba como queriendo jugar a ser Dios y adivinar lo siguiente que yo haría, pero se equivocaba, lo que me da un sentimiento frio y reconfortante de llevar la contra.
Llovía mucho afuera.
Haciendo algo de jaleo, enciendo un cigarrillo sin soltar el paraguas y fruzo el seño mientras dos señoritas me miraron con algo de picardía.
Miré al mar, y parecía estar feliz de que lloviese, y trataba de abrazar las nubes con sus olas que aseguraban romperme los huesos si me atrevía a hacer algo más que solo mirar.
Caminé en dirección contraria a la que debería ir, y fui a un lugar que me trajo recuerdos de niño.
El mar, estaba igual de poderoso que aquella vez, pensé para mi.
Pero era distinto, todo.
Parecía poder entender y poder mirar de tu a tú la siguiente etapa, la próxima etapa de mi vida.
No parecía tanto, aunque tal vez el esfuerzo no sería tanto, y que el mismo premio tampoco sería tanto.
Eso hizo el mar.
Tambien sabría que tendría beneficios, quizás los últimos de la vida.
¿Y si de verdad fueran los últimos que tendría en vida?
¿Debería tomarlos de la manera en la tomo el agua con mis manos hoy?
Y, si no fueran los últimos beneficios de mi vida, sería mejor tambien la forma en la que podría recibirlos.
Hizo la lluvia.
Prendí otro cigarro y me alejé sin pensar en cosas demacido serias
Mientras la lluvia acariciaba la gabardina de mi chaqueta por el descubrimiento, o la revelación que ví entre lluvia, mar y humo, en las fauces del cielo, que podrían asustar a cualquier par de ojos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Creo que esto ha sido lo que mas me ha llamado la atención... algún dia lo explicaré.
SALUD!
Publicar un comentario