sábado, 10 de julio de 2010

Quince.

Hace meses que olvidé lo que era dormir como la gente.
Duermo de día, la luz te interrumpe, te asusta, y cuando no me tortura, me quema el día tan rápido que me hace sentir que vivo para no dormir. La psicosis aumenta, el miedo, los ojos ajenos, todo me trata de dañar, nadie me dará la mano, todos hablan a espalda de cuán bien se sentirá clavarme el puñal.
Mis ojos se deslizan de lado a lado, tomo mi arma, me siento y espero que alguien pase cerca, le volaré los sesos. Se los volaré a todos y pintaré mi matanza del color de mis propios sesos al final.

Pero paró.

Dormí quince minutos.
Desperté.
Viví lo que me costaba soñar.
Entraste en mi vida,  cero psicosis, curaste mis heridas y me diste agua para poder seguir sin problemas.

Me haces tan bien...
Me obligas a cuidarme para poder cuidarte a ti.
No paras mi psicosis, me haces esforzarme para yo mismo detenerla, poniendote en el final del camino, esperándome, sabiendo que yo llegaría donde fuera por estar contigo.

Podría seguir así toda la mañana, pero no creo que me dé para más el cuerpo.

Oh si, si que lo hace, si que lo hará, pero no para escribir, no almenos acá.
Escribir en tus muslos perfectos una y mil veces lo mucho que te adoro, darte lo mejor de mi cada instante, cada respiración que pasa por mi nariz.
Tomarte, amarte y no soltarte más hasta que nuestros cuerpos caigan rendidos al son de la orquesta fantasmal que harán nuestros cuerpos al caer sobre la cama a dormir al fin, quince minutos. No necesito más para cargame de energía por meses, aunque en ellos no pueda descanzar más que dos horas.

Cada segundo pienso en borrar todo esto, sea bueno o malo el escrito, sea que no duermo hace mucho y sea que cada día me lleno más y más de amor por ti, sea como sea...

Esto es para tí.

Como todo lo que puedes sentir, querer, oler y ver  en mi.