sábado, 14 de agosto de 2010

Valpo, el testigo.


Cuando iba pensando ese día, en la calle, me di cuenta.
Esquinas rojas, escaleras, atracción para turistas, grito y plata de los autóctonos de aquellas calles.

Estaba la ahí la mujer de pelos rojos, negros, de baja estatura y bella como ninguna otra.

Desde ese momento, solo pienso en ella. El vaso de felicidad de mi interior cada día se ensancha más y no se si le pueda seguir el ritmo a este amor.
Quizás somos mucho juntos, quizá más que eso, quizás no tanto para palabras ajenas, que resbalan como limo verde del zapato del héroe de este cuento. Pero no lo pueden saber. No lo sabrán. Solo alguno de nosotros lo puede saber, nuestra complicidad nos une aún más: cuanto nos podemos querer?
Si contestara acá, me cagaría de la risa de pura felicidad aunque ustedes nunca escucharán esas risas. Pero es demasiado evidente como para para sólo no nombrarlo.

Felinos, come-zanahorias, bonitos, corazones unidos, atados al hecho de amarnos sin ningún lugar para recurrir más que el espacio mínimo que hay entre tu y yo abrazándonos.

Aunque, es el único lugar al que quiero ir cada día, para desatar mis llamas sobre tí y aún poder sentir tus flamas en cada beso, tal como ese primero que vió Valpo aquel día, recordado por nuestros labios en cada despertar... en cada pensar.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Ya'r my fuel. Get it?

A veces me creo una historia en la que no debería creer tal vez.
A veces creo que te miras a menos.
Siempre creo que no importa cuanto el mundo se esfuerce en darte  tu merecido en premios y rosas, jamás conseguiría darte tal cantidad de regalos.
Así como si se propone derrotarte, nunca lo logrará.

Eres mi magia. eres mi amor.

Eres aquello que me cambió la vida.

Eres lo que me motiva a vivir más intensamente, eres la razón de mi absoluta felicidad.
Cuando estoy contigo ojalá no hubiera nadie, tan solo 20 minutos solos como el el mar y la arena.
Que cada minuto dure más.
Que todos se vayan.
Que el frío exista, que vengan ventiscas, tormentas de nueve nieves, no nos moverán ni congelarán.
Nuestro calor es más fuerte.
Mi amor por tí es más grande.
Mis ganas de verte feliz sin que la vida te golpee son superiores.
Ver esos ojos en amaneceres perennes, sin necesidad de levantarme a hacer nada más que amarte con cuerpo, alma y mente hasta que este corazón deje de latir.

Yo no sé nada ahora.
Solo que voy a luchar hasta que caigamos al suelo por tu felicidad.
Y tú, amor mío, harás lo mismo. Por ti misma.
Porque no eres una bastarda.

Porque como escribí y escribo; eres mi vida.