viernes, 11 de junio de 2010

Sun.Sleeve.


Sentía el humo de las alcantarillas, no creí que fuera tan fuerte como para hacerme perder el ritmo de respiración.
Caminé, saqué un cigarro, pregunté en una tienda el valor de algo que no iba a necesitar y me fui.

Miré a todos lados, recuerdos, buenos y malos, pasos, leones de piedra, nadie en las calles, sombras atrasadas. Verguenza.
Nací el 68', época olvidada, abandonado al amor absoluto que mi mente no recuerda más que bidones de gasolina vacíos, respiros de aire en septiembre, humo eterno que jamás llegó, no lo aprecié, no lo quise lo suficiente, pero lo quise sin correr, sin saltar de un segundo piso por él.

Juguetes y culpa por los pecados de otros eran mis juegos favoritos, pasto, tierra, cómase la comida, hijo.

Vive bajo un puente pensando en lo que podría haber sido, se comporta como imbécil porque no sabe quien es en realidad, te patearé el hocico si me preguntas algo sobre mí. más no podía hacer. Nunca aprendí a hablar.

Árboles de navidad, ilusiones, lágrimas ajenas, chuchillos de pelar y picar cilantro en mis manos, manos que me sujetabam sentían el monstruo venir, cobrar sus recompensas. alma y sanidad mental.

Voces me devoran y luces me ciegan. Nadie está en mi contra, el camino es mio, tómalo.

Creí mil cosas que estarían bien pero no lo estaban, películas en un proyector, miles de invitados al aire libre donde debían hacer treinta.

Viejas culias y sus voces, de sus esfuerzos por crear un fracaso en forma de sus hijos, son fracasados ahora, deben estar felices, orgullosos.
El futuro me mostró todo.
Dos noches en vela y no recuerdo nada, ni el significado de mi nombre, El Mio Cid. Nunca lo leí.
Ahí debí estar, con los egipcios, mi lengua sería cortada y dada a las alimañas del desierto.
Doncella de hierro me esperó y atrapó. Los años le hicieron agujeros por los cuales pude sacar mis brazos y piernas. camino ahora, en dolor.
Estuve peor, nubes, un ser blanco, dos niños y un hoyo negro. Desperté cien veces en ese sueño, llorando a veces.
Pero ya no lloro, menos humano despierto cada día, más rama seca. Me gusta el viento de primavera y el polvo que abraza con cariño en verano.
Tambien me gustan tus pies, pequeñitos pisando hojas color café. No sabía lo que era felicidad hasta que lo ví, pero no lo aprecié.
Ahora no se. Los cubiertos llevan días ahi y las revistas arden en amigos de playa.
Quieren mi bandera blanca, me la tendrán que robar. 24 horas, 24 semanas, 22 años y un día.
Tal vez mi opinión valga la pena esta vez.
Porque tú sabes que yo sé.

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