jueves, 10 de septiembre de 2009

Sin pensar.


Y se despertó, y se vió atrapado, las veintiún paredes de su prisión seguían ahí, mirandolo mientras el mismo martillaba el enganche de su cadena.
Se miraba, su barba crecída, sus gestos era cada vez más escasos y más fríos también.
Querría que todo hubiese sido diferente, o que su pequeña gran obseción no fuese más real que los efectos de esta en la vida que vive en este mundo palpable.

Aún asi, el tenía la esperanza de que un día despertaría, y no seguiría apretando sus propias amarras. Saldría, y vería lo que creyó haber olvidado, pero que sabía que podría recordar la textura del pasto y el óxido del metal.
Tambien, creía, que llegaría el fruto que saciaría su hambre inperenne, pero que sabía que podría no llegar nunca, ahogandolo en un trago de polvo de años y años en una sed tan grande como desde el y el ocaso.

Un día, creyó ver una semilla, y la cuidó, como cuidó miles, pero que habían resultado ser un cáctus más, absorviendo el rocío de la poca lluvia que podía percibir.

Esa semilla especial, se encargaría de ser el óxido fatal a su cadena, la maza que destrozaría las paredes, y el dulce vino que despejaría su mente.

En sus sueños sin abortar, ni en su poema sin pensar.

1 comentario:

La punta de tus dedos dijo...

Emmm... no puedo decir mucho sobre el texto, pero me encantó, me llevó a la estrella más brillante que ta' al frente de mi balcón.
Pensé que llegarías y webiariamos un rato, pero no estabas, así que por acá te digo, buenas noches (LLLL).
Actualizaré mi blog, para que leas las cosas que a veces suelo escribir, pero ultimamente, como que... no tengo dedos pal piano.
Señor, usted... me cae tan tan bien ♥